Caliente la mitad del aceite en un wok.
Sofría el ajo y las láminas de cebolla sin que se lleguen a dorar; páselos a una fuente.
Fría los chiles en el wok hasta que se hinchen y pongan negros.
Píquelos.
Fría la pasta de gambas en el aceite restante, aplastándola con la parte de atrás de una cuchara.
Apague el fuego, añada la salsa de soja y el jugo de limón.
Deje que chisporotee, ponga la manteca de maní y remueva hasta que esté cremoso.
Añada la mezcla de cebolla y ajo e incorpore los chiles, el azúcar y los maníes, mézclelo todo bien.
Con una cuchara, métalo en un tarro de cristal limpio y seco, tápelo y guárdelo en la heladera.
Para diluir la salsa, caliente la leche de coco en un cazo, añada unos 2/3 taza de salsa de maní concentrada.
Remueva hasta que esté cremoso.
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